martes, 4 de septiembre de 2018

SU FAMA SE DIFUNDÍA

Lc 4, 31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y y sal de él!»
Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: « ¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

SE QUEDABAN ASOMBRADOS
En tiempos de Jesús la expectación era grande en torno al Mesías y su llegada. Por eso la figura de Jesús llamaba tanto la atención tanto a los que le seguían como a los que lo perseguían.
Aun así todos quedaban asombrados por sus palabras y obras. Era lo inesperado, lo nuevo, la predicación sobre Dios Padre más novedosa que jamás habían oído.
¿Y nosotros? ¿Nos seguimos asombrando con su Palabra dos mil años después? Hagamos silencio en algún momento de nuestro quehacer diario y oremos sobre ello.


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