sábado, 13 de octubre de 2018

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 10, 17-30
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven sígueme».
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!»
Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Peros Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones - y en la edad futura, vida eterna».

SU RESPLANDOR NO TIENE OCASO
El pasaje del libro de la Sabiduría de la primera lectura de hoy  habla sobre la sabiduría y nos dice que "su resplandor no tiene ocaso". En realidad, la verdadera Sabiduría, Dios, es el verdadero resplandor sin ocaso. Luz de luz que nos da "riquezas incontables", como nos ofrece el mismo pasaje.
El evangelio nos habla del Maestro bueno, el único Maestro, el verdadero Maestro que nos cuida, nos enseña y tiene paciencia infinita con nosotros y que nos hace adquirir un corazón sensato, como dice el Salmo de hoy.
El Maestro bueno nos espera siempre, nos ama siempre y tal como somos. Nadie nos ama como Él. La carta a los Hebreos nos dice que todo está patente a sus ojos, nada se le oculta, porque su resplandor no tiene ocaso. Y nosotros, que lo hemos dejado todo para seguirle, como el joven del evangelio, contemplaremos esa Luz en la vida eterna.


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