domingo, 25 de noviembre de 2018

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

Jn 18, 33b-37
En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»

Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo: «Entonces, ¿tú eres rey?»
Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

SOY REY
En el último domingo del Tiempo Ordinario celebramos la Solemnidad de Cristo Rey. Recordamos que Jesucristo es el Rey del universo, soberano de todo, Príncipe de la Paz. A él se le dio poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. Su poder es un poder terno y no cesará. Su reino no acabará. Es lo que nos dice hermosamente el profeta Daniel. 
El Antiguo Testamento nos ofrece estampas bellísimas sobre la majestad de Dios. "El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. Tu trono está firme y Tú eres eterno". Y no se podría expresar mejor que Jesús es el Rey de nuestro mundo, de nuestras vidas y así hay que reconocerlo con humildad. Como dijo Pilato: "Entonces, ¿tú eres rey?" Y Jesús le contestó con una de las mayores expresiones de su autoridad: "Tú lo dices: soy rey."
Y Juan, el díscípulo amado, en el libro del Apocalipsis nos deja la fuerza de su testimonio: "Jesucristo es el p´rincipe de los reyes de la tierra". "A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos". Y ante ello debe resonar en nuestros corazones un ¡Amén! grande y poderoso. Sí, amén, tú, que eres Rey, reina también en mi vida. 




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