lunes, 21 de diciembre de 2015

¡FELIZ LA QUE HA CREÍDO!

Lc 1, 39 - 45

En aquellos días se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!"

¡OH, SOL que naces de lo alto!

María, Madre de la Misericordia, reaccionó con misericordia ante el anuncio del ángel sobre su prima Isabel. Nos dice el evangelio que "se puso en camino" y eso es lo que debemos hacer nosotros con respecto a la misericordia: ponernos en camino. 

Y nos dice más: "se fue con prontitud". El amor que Dios ha derramado en nuestro corazón debe manifestarse en el gesto y la palabra, la sonrisa, la ayuda, el cariño y la entrega desinteresada. Generosidad, disponibilidad, servicialidad...Cristo mismo en nosotros. Y Ella lo llevó dentro de sí más que ninguno de nosotros. 

Como María, amemos con todo lo que tenemos y lo que somos. Si experimentamos y vivimos en este amor comprobaremos que todo es diferente. 

¡Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte!


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