sábado, 19 de diciembre de 2015

NO TEMAS, ZACARÍAS

Lc 1, 8 - 20. 24 - 25

Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo,le tocó en suerte a Zacarías, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él.

El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; te llenarás de alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre,y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios,e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.»

El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.»Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.»

¡OH, RENUEVO del tronco de Jesé!

"Te llenarás de alegría", le dice en ángel Gabriel a Zacarías en el evangelio de hoy. El nacimiento de Jesús está cerca y esto nos debe llenar de alegría. 

La alegría es consecuencia del amor. Si amas, estás alegre. Son incompatibles el amor y la tristeza. Por eso, si llevamos a Dios dentro, debería notársenos en la cara. Somos apóstoles de la alegría: la alegría engendra alegría. 

Es una sensación de felicidad, de gozo inmenso, de ver en cualquier detalle de la vida una razón para ser dichosos. Nos lo dice san Pablo: "Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres".

¡Oh, Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más!



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