martes, 5 de julio de 2016

NUNCA SE HA VISTO EN ISRAEL COSA IGUAL

 Mt 9, 32-38

En aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló.
La gente decía admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual».
En cambio, los fariseos decían: «Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».


TRABAJADORES A SU MIES


Jesús nos pide que recemos a Dios pidiéndole que envíe trabajadores a su mies. Esto me recuerda a las palabras de Benedicto XVI al ser elegido Papa: se autodefinió como un "simple y humilde trabajador de la viña del Señor".

Así debemos sentirnos en nuestro vivir cristiano diario. La viña del Señor, su mies,  es el mundo y nosotros sembramos, con nuestras palabras y obras, el Reino para que dé fruto de buenas obras.

Ya que fue una petición que nos hizo Jesús, pidamos a Dios que cada día aumenten los trabajadores en su mies, cristianos que se comprometan a llevar el Reino a todo el mundo, en la vida religiosa, sacerdotal y laical. 





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