lunes, 25 de julio de 2016

SOLEMNIDAD DE SANTIAGO APÓSTOL


Mt 20,20-28


En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?» 
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» 
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Lo somos.» 
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» 
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.» 



EL QUE QUIERA SER GRANDE, QUE SEA VUESTRO SERVIDOR


En la Solemnidad del apóstol Santiago, el evangelio nos ofrece un Jesús al que parece que no le importa la petición de una madre. Pero en este caso la petición es muy especial.

La madre de Santiago y Juan le pide un privilegio para sus hijos por encima de los demás apóstoles y Jesús responde a su modo, resaltando que lo principal es la humildad y el servicio.

¿De qué nos sirve ser los primeros si no estamos al servicio de los demás? ¿Y si estamos al servicio de los demás, qué más da ser el primero? El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor. 


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