domingo, 10 de septiembre de 2017

CIEGOS POR LA CÓLERA

Lc 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y ponte ahí en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: «Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.


¿HACER EL BIEN O EL MAL?

Probablemente si nos hicieran la pregunta sobre si se debe hacer el bien o el mal, siempre contestaríamos que el bien, por supuesto. Sin duda alguna.

Además, por nuestro ser cristiano nos inclinamos antes al bien, a ejemplo del Maestro. Entonces, ¿por qué no siempre se actúa así? Dios nos regaló crearnos en libertad, aun sabiendo que ese don, la libertad, nos podría llevar a separarnos de Él.

No entendamos mal esa libertad ya que, como decía san Agustín, la libertad no es hacer lo que nos da la gana, sino hacer lo que tenemos que hacer porque nos da la gana.




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