lunes, 4 de septiembre de 2017

LOS SÁBADOS LES ENSEÑABA

 Lc 4, 31-37

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!»
Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.


EL SANTO DE DIOS

En tiempos de Jesús y en aquella tierra se tenía más sentido de lo religioso en la vida común que hoy en día. Se tenía más conciencia de "lo sagrado".

Por eso hasta los espíritus inmundos reconocían que Jesús era el enviado de Dios, en Mesías. ¡Y muchos de los personajes religiosos de su tiempo no lo reconocieron...!

Deberíamos tener más contacto con Dios, orar más, tener un sentido más profundo de lo divino y así poder llegar con más facilidad a "lo santo", "lo sagrado", reconociéndolo en la vida, en el prójimo, en nuestra vida. 




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