viernes, 12 de enero de 2018

A LA ORILLA DEL MAR

 Mc 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa, de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que los seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores».

TODA LA GENTE ACUDÍA A ÉL
Jesús tenía una personalidad arrolladora. Así se entiende la cantidad de gente que le seguía a todas partes incondicionalmente y a todas horas.
Muchas veces tenía que retirarse a un lugar aparte para descansar porque todos acudían a Él. No así hoy, ya que en nuestra sociedad no todos acuden a Él.
Quizá no han oído en dulce nombre de Jesús o se les ha olvidado cómo suena. Por ello, seamos voceros de Dios, anunciando a todos su Misericordia infinita y su Amor incondicional.



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