martes, 30 de enero de 2018

¿DE DÓNDE SACA TODO ESO?

Mc 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

SE ADMIRABA DE SU FALTA DE FE
A Jesús le llamaba la atención que sus contemporáneos no creyesen y su falta de fe le admiraba. Ellos esperaban al Mesías hacía muchos años y ahora que estaba ante sus ojos, no lo veían.
A veces también nos pasa que, viendo ante nuestros ojos que Jesús está presente, nuestra falta de fe no nos deja ver, oír ni sentir.
Creamos, fiémonos de Jesús. Él no nos puede hacer daño puesto que quiere lo mejor para nosotros, siempre. Y lo mejor que nos puede pasar es Jesús.


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