domingo, 14 de enero de 2018

EL ESPOSO

Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contestó: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo; y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto - lo nuevo de lo viejo - y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».

EL VINO Y LOS ODRES
Hoy Jesús nos habla de vino y de odres. Un vino viejo no puede estar en odre nuevo porque lo rompe y el vino se pierde.
El mundo arrastra, las realidades que vivimos nos llevan, a veces, a posponer lo importante de la vivencia de nuestra fe. El vino de la fe debe conservarse en odres fuertes y firmes. 
Jesús se refiere a nosotros. Debemos renovarnos por fuera y sobre todo por dentro si queremos ofrecer al mundo un testimonio creíble y coherente de nuestra fe. Así seremos odres nuevos.


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