jueves, 25 de enero de 2018

FIESTA DE LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO

Mc 16, 15-18
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautice se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Y QUEDARÁN SANOS
Solo dos conversiones se celebran públicamente en la Iglesia: la de san Pablo y la de san Agustín. Dos grandes santos que, cada uno en su época, dieron un vuelco a la vida de la Iglesia.
El evangelio nos dice hoy que, el que crea, quedará sano. Y Pablo, Agustín y tantos otros quedaron sanos cuando se encontraron cara a cara con Jesús.
Sanar la vida, sanar el alma, sanar heridas. Y sanar también la mirada del corazón, sanar las palabras que decimos y las que escuchamos. Sanar el yo. Y eso solo será si volvemos a Cristo. 





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