lunes, 2 de abril de 2018

MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Jn 20, 11-18

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»

Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?» Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».

Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».

Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro"».

María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».


¿ POR QUÉ LLORAS?

En este martes de la Octava de Pascua Jesús le pregunta a María Magdalena: "¿Por qué lloras?" María entonces no reconoció a Jesús.

También muchas veces nos hace la misma pregunta. Y tampoco lo reconocemos. ¿Cómo estar tristes si Jesús ha resucitado?

Por su Resurrección podemos reconocerle en el hermano, y en especial en el hermano necesitado. Amor, Misericordia y Compasión son los signos de la Resurrección.



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