viernes, 13 de abril de 2018

SOY YO, NO TEMÁIS

 Jn 6, 16-21

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafárnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.

Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.

Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis».

Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.


BAJARON AL MAR

El evangelio de hoy nos dice que los discípulos, al oscurecer el día, bajaron al mar. El mar, como la montaña, es un lugar recurrente en la Biblia para el encuentro don Dios.

Y es que el mar, con su grandeza, su inmensidad, su fuerza, su suavidad, su calma necesariamente nos recuerda a Dios, a esa nostalgia de Dios que todos tenemos en algún momento.

"Bajemos" también nosotros "al mar", a ese Corazón de Dios en el que Él nos espera para llenarnos de calma y fuerza. Dios, ese mar inmenso...


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