martes, 10 de abril de 2018

TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO

Jn 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

LA LUZ VINO AL MUNDO

Dios es la luz y viniendo al mundo, nos dio toda su luz. Así nosotros debemos ser la luz del mundo, siendo testigos de la luz.

Debemos ser guías de aquellas personas que se acerquen a nosotros buscando una palabra, un abrazo,o simplemente compañía.

Ser luz, dar luz, compartir la luz que recibimos de Dios para dar la luz de Jesús al mundo. 



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