miércoles, 7 de diciembre de 2016

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN

 Lc 1.26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaba estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el ángel.


LA INMACULADA CONCEPCIÓN


Un día hermoso en el que recordamos que nuestra Madre, la Virgen María fue concebida sin mancha, fue la in-macula-da, la no manchada, la sin mancha original.

El evangelio de hoy no dice claro: para Dios nada hay imposible, por eso mismo, porque es Dios. A todos nos salvó después de que naciésemos. A María la preservó del pecado desde antes de nacer.

Ella es María, la toda santa, la Inmaculada, la humilde esclava que, por obra divina, fue la Madre de Dios. Y por ser Madre de Dios debía estar preservada de todo pecado. Demos gracias a Dios por darnos a una Madre como Ella.


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