sábado, 9 de diciembre de 2017

II DOMINGO DE ADVIENTO

Mc 1, 1-8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».

LAS SANDALIAS
Hoy celebramos el segundo domingo de Adviento y el evangelio nos habla de Juan, el Bautista. Anunció a Jesús y no le hizo falta más que un vestido sencillo, una correa de cuero y unas sandalias. 
Unas sandalias que nos recuerdan lo cerca que estamos del suelo, lo sencillos que debemos ser y que debemos estar siempre en camino.
Un camino que nos lleva a Dios y al hermano, un camino que nos hace libres, un camino por el que llegaremos al Reino, un camino de servicio incondicional, como Juan, como Jesús. 


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