lunes, 4 de diciembre de 2017

TE DOY GRACIAS, PADRE

 Lc 10, 21-24
En aquella hora Jesús se lleno de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar».
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

JESÚS SE LLENÓ DE ALEGRÍA
¡Qué importante es la alegría en un cristiano! Y la verdad es que no se entiende el ser cristiano y estar triste.
¡Nos dieron la mejor noticia del mundo: Jesús ha resucitado! Y resucitó para que tuviéramos vida, siendo servicio, siendo misericordia.
Seamos alegres, por nosotros y por los demás. Por Cristo, por tener la certeza de un Dios que nos ama. Por transmitirlo a los demás y eso, no se puede contar sin alegría. 


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