viernes, 22 de diciembre de 2017

¡OH. EMMANUEL!

 Lc 1, 57-66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué va a ser este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.

¡OH, EMMANUEL!
Jesús es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros, el Dios tan cercano y Dios Amor. Está al llegar y nosotros esperamos con alegría su llegada.
Y vendrá como un  niño, para hacerse más cercano todavía. Un bebé es la inocencia, la transparencia y este Niño llega así, humano y cercano.
Él es nuestra esperanza, nuestro Salvador, del que esperamos su abrazo de misericordia y perdón. Viene lleno de ternura, abrámosle el corazón.
¡Oh, Emmanuel, Rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y Salvador de los pueblos: ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!




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