domingo, 17 de diciembre de 2017

¡OH, ADONAI!

Mt 1, 18-24
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a , tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

¡OH, ADONAI!
El Señor ya está cerca y el evangelio de hoy nos relata la anunciación a José en la que el ángel le revela el origen del Hijo que esperaba María.
Él, el Señor, el Adonai, se hizo "Dios-con-nosotros". Siendo uno de nosotros podía entendernos mejor y saber qué sentimos cuando lloramos.
La humildad de todo un Dios queda de manifiesto en querer nacer como hombre, querer vivir como nosotros. Meditemos sobre ello y entenderemos un poco mejor a nuestro Dios. 
¡Oh, Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley: ven a librarnos con el poder de tu brazo!

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